¡Oye! ¿Sabías que los extranjeros están poniendo los ojos como platos con el mercado inmobiliario en el sur de España y Bizkaia? Sí, parece que han decidido que estos parajes son el escondite perfecto para sus euros, libras y dólares. Es más, el sol, el mar -y esos precios que todavía no se han disparado tanto como en otros lados- están conquistando sus corazones y carteras.

La cosa es que esta avalancha de inversión tiene a la economía local más contenta que un niño con helado. Hay trabajo para los albañiles, los arquitectos, y hasta para el que vende los alfileres de gancho. Pero claro, no todo es color de rosa… los precios de las casas también están subiendo como la espuma. Así que, si eres de por aquí, igual te toca rascarte el bolsillo mucho más que antes para hacerte con tu propio nidito.

Y ojo, que no solo hablamos de comprar. Alquilar también se ha vuelto una odisea en estas zonas donde el alquiler vacacional está empezando a hacerse el dueño y señor del territorio. Vamos, que encontrar una casita decente sin tener que vender un riñón se está volviendo una misión imposible.

Eso sí, hay gente que se está forrando. Si por azar del destino tenías un piso por aquí, puedes venderlo por un pastón o alquilarlo a turistas dispuestos a desembolsar buenas cantidades. Y bueno, las empresas de construcción están en su salsa, como no podía ser de otra manera.

Pero no todo son buenas noticias… Si no ponemos un poco de freno y balanceamos la balanza, nuestros jóvenes locales y cualquier alma con presupuesto ajustado va a mirarnos con cara de ¿y ahora qué?.

Por eso, igual necesitamos un par de reglas para que no acaparen todo. Vamos, algo para que tú, yo, y el vecinito de al lado también podamos tener nuestra casita. Igual limitar un poco la compra de propiedades por parte de forasteros o incentivar viviendas más asequibles no estaría nada mal… ¿no crees?

En resumen, necesitamos un toma y daca. Queremos que los extranjeros inviertan, claro, pero también que nuestros propios vecinos puedan seguir llamando a estos lugares «hogar». A ver si encontramos ese equilibrio y hacemos que esto funcione para todos. Sí, incluso para ti, mi amigo de la otra punta.

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